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4/11/09

Orietta Lozano











Orietta Lozano, nace en Cali, Colombia. Ocupó el cargo de Directora de la Biblioteca Municipal del Centenario en la ciudad de Cali, donde actualmente reside. Ha publicado cinco libros de poesía: “Fuego Secreto”, “Memoria de los Espejos”, “El Vampiro Esperado”, “Antología Amorosa”, “El Solar de la Esfera” una novela: “Luminar” un ensayo: “Alejandra Pizarnik” y una antología de poesía del Valle del Cauca. Obtuvo el Premio Nacional de Poesía Eduardo Cote Lamus en 1986 y el Premio al Mejor Verso Erótico convocado por la Casa de Poesía Silva (Bogotá)en 1993. Tiene una segunda novela inédita Berenice o el Brocal del Pozo. Sus poemas y tres libros inéditos de poesía: “La Máscara del agua”, “El Angel Jorobado”, “La Calle de Estaño”, “El Jardín de lo Innombrable”, han aparecido en numerosas revistas, periódicos, antologías nacionales e internacionales. En 1995 fue invitada a Francia a la XIII Biennale Internationale des Poètes. En el mismo año es invitada por la Fondation Royaumont, junto al poeta Juan Gelman -por Latinoamérica- al Seminario de Traducción de Poetas extranjeros para la traducción de su libro Agua Ebria.





AZUL CASI PÚRPURA

Es la más peligrosa forma de la gracia
penetra la redondez vacía de la nada
la grácil curva de la piedra
la hondura feroz de la caverna.
todo cae en el fulgor de su pantalla.

Coronada en la tierra trémula
se inmola en alimento
para los que reptan
vuelan y caminan
por todos aclamada
como la flor de la abundancia
recordada como la única
casi azul casi púrpura
cubierta con su túnica
larga y extraviada

Esta vez irá
Por los cofines
donde no se nombra a Dios.

Atravesará en el lomo del tritón
la inocencia la mentira el diluvio
que trae consigo
la estatura de la lluvia.

En un tiempo
solo estaba ella y su palabra,
extendiendo su mano
hacia el guijarro.

Sosiego brotando
como estruendo leve
en el jardín tibio de la tierra.

Perdida, negada
vio rodar su gracia
obligada a subir
la cuesta del olvido
aceptó vestir
su riqueza con harapos.

Burdas hordas, cínicos avaros
ejércitos voraces
arrebataron su caricia líquida
el horizonte de su lágrima
el viento que cabalga en su espalda.

Su palpitar apaga el ansia
de la gran boca de fuego
ahoga el grito destrozado
deambula en siniestros territorios.

El azahar de un día luminoso
la ha despertado
bajo el influjo del olvido.

Agua densa de la ira
irisada agua del deseo
yerta agua de la luna muerta
agua circular y vaporosa del pantano
que se fuga y se borra
entre el presagio de un cuchillo
agua oscura casi blanca
que espera entre las manos
agua del temor que se esconde
y precipita
agua de la oblicua culpa
de la memoria de la espina
agua sorda sobre el rostro
del silencio
agua ciega sobre la escritura
del espejo.

agua que lava las heridas
que repara
que abraza y configura
la forma de los cuerpos
el peso de la muerte.


LETANÍA

Por su espina dorsal

como una plaza enorme

emergen las sombras

de una multitud que duda

reverbera el cristal

de las escamas

recorre la desierta vía

de la tierra

se destierra hacia

las tempestades

de una fosa abierta.

El reloj se ha detenido

y entre la cítara del aire

clama al oído de la piedra.

Retírale el jinete

con su sombra de arlequín

la escalera donde el dolor

asciende hacia el vestíbulo

retírale la pestilencia

la lluvia de cuervos negros

que entierra lentamente

la inmensa salamandra

del desierto

arroja la higuera de su puerta

ciérrale la puerta

a su adversario atroz

retírale el espantapájaros

guardián de su jardín

donde ángeles amortajados

cuelgan dulcemente.

Las huestes del miedo

van llegando a su solar

custódiala en tu casa.

el melancólico frío

devora su pálida soledad

retírale la larga pesadilla

de alfileres rondando por su cuerpo.

tiemblan las vértebras del día

es la hora en que las águilas

se juntan

la hora en que se cierran

los ojos de la noche

el cielo rasga

la vestidura

de su amor.

Borra en la pizarra de la tierra

la palabra soledad.

Reconoce tus manos

en la luz de la libélula

en los bodes del cristal

en las pócimas dementes

en los ángulos del tiempo

viene con un candil

quiere alumbrarte

el agua está rota

y los sueños anidan

en el árbol de ciruela

sus lágrimas están rodando

entre los mirtos de tristeza

hay un ardid

que cubre sus espaldas

como una mancha de langostas

y una niña como la nieve fría

con monedas de fuego

contra las monedas de plata

apuesta por su suerte.

El mundo sucumbe hermoso

incrédulo y soberbio

la luz se apaga

y el día pierde el equilibrio.



CORAZÓN

Allí está tan sin límites

extraviado, tan sin rumbo

solitario entre la muchedumbre

perdido.

Como una ráfaga, una cortina

como una piedra,

como una ventana, una crisálida

como un derrumbe,

como un río petrificado

como un pájaro de fuego

entre cenizas,

como un remolino, un breve viento

como un alcatraz

mi corazón sin rumbo.

Inclinando su fuerza

Hacia el veloz velero.

También sin rumbo, tu hermana

la nieve melancólica

desciende por las arterias de los ríos,

a veces callado en la altura del silencio

evoca grutas, dos pájaros gemelos,

y en duermevela se fuga, se oblicua,

se encierra y tira la llave sobre la

sombra de la noche.

De dónde asciende tu gélido crujido

a qué rescoldo llega tu roja mancha

no hay espacio ni tiempo, está congelado

como la gota en la cueva de hielo.

Sin soplo, sin eco, trémulo en la fiesta

y en el duelo.


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